sábado, 28 de agosto de 2010

Sintiendome peor a cada minuto que pasa...

Hace poco he tenido que efectuar una elección. Una elección dura y horrible, muy horrible. Había dos flores en el jardín. Dos flores, bellas como ningunas otras. Y cada una preciosa a su manera. Una podía ser tan blanca que irradiaba luz por ella misma y la otra podía ser tan brillante como para iluminar todo el cielo ella solita. Una de ellas, nació antes y no había ninguna otra que la pudiera sustituir, la besé y fue mi compañía mi ser, mi todo, la amaba por encima de todo, más que a nadie. Pero surgió otra... Otra flor, más nueva quizá, la novedad del jardín supongo. Dejé la preciosa flor primeriza  y me acerqué a la otra, era también muy bonita, quizás me atrajo y la quise besar también. Lo hice, dejé la otra flor descansando allá en el otro extremo. Y cuando volví para verla me dí cuenta de que se había marchitado, de que yo había acabado con ella. Y ahora, me sentía culpable, quería arreglar lo que destrocé y ya no puedo. Solo me queda cuidar de la nueva flor, todo lo bien que pueda. Aunque en el fondo desee morir. Pero también me importa la felicidad de la nueva florecilla... La acariciaré hasta gastarme... Aunque eche de menos mi preciosa rosa primeriza..

No hay comentarios:

Publicar un comentario